Lejos de los millones que han transformado al balompié profesional en un negocio, se encuentra el fútbol amateur, aquel que se juega en estadios modestos, con un césped que no siempre está en las mejores condiciones y muy distante de los focos. Pero, muchas veces, en este tipo de balompié nos encontramos con joyas que nos impresionan a los amantes del deporte.
Un claro ejemplo es el que se puede encontrar en Cierny Balog, un municipio del eslovaco distrito de Brezno, en la región de Banska Bystrica, de donde es el club TJ Tatran Cierny Balog, perteneciente a una de las categorías más humildes del país. Pero, a su vez, tiene el honor de ser uno de los campos más visitados de Eslovaquia.
Es que el equipo de fútbol tiene un bello estadio situado en mitad de la montaña y por el que pasa un tren. Y no es que pase cerca, sino que cruza por mitad del campo: entre la grada y el césped. Las vías se han respetado y mantienen su trazado inicial, y por lo mismo, es bastante habitual que en día de partido se le vea cruzar el campo, ante el delirio de aficionados y turistas.
Pero, ¿qué hace un tren en mitad de un estadio de fútbol? El Ciernom Balogu se encuentra ubicado en plenos montes Tratas, una zona de gran tradición maderera. Fue en los primeros años del siglo XX cuando se decidió construir una vía ferroviaria que recorriera más de 130 kilómetros a través de los bosques locales, con el objetivo, primero, de transportar madera por la zona y, posteriormente, hacer lo propio con los empleados que trabajaban en esta industria. Actualmente, tiene el honor de ser la vía ferroviaria forestal más grande de Centroeuropa, y, sin duda, la única del mundo que atraviesa un campo de fútbol.
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De acuerdo a El Confidencial , fue en los primeros años de la década de los ochenta del siglo pasado cuando las autoridades decidieron que la vía ferroviaria dejara de funcionar, en vista de que otro tipo de transportes eran más efectivos para la industria de la zona. Fue un par de meses después de darse a conocer esta decisión cuando el TJ Tatran Cierny Balog decidió levantar allí su humilde estadio, un campo con un césped muy bien cuidado, situado entre pequeñas casas y montañas. Por su propia ubicación y también por la afluencia de público, solo se decidió levantar una grada lateral para unos 400 aficionados, algunos metros más allá de las vías de aquel tren ya desaparecido.
Pero lo que nadie esperaba es que, a punto de entrar en el siglo XXI, el Ejecutivo local decidiese volver a poner en marcha este tren de vía estrecha, eso sí, con motivos únicamente turísticos. Ya no tenía sentido como transporte de mercancías, pero convertirlo en una zona de recreo para aquellos visitantes curiosos podía tener resultado. Tras consultarlo con el conjunto local, no sólo lo vio con buenos ojos, sino que le pareció un gran reclamo publicitario: no en vano, así se convertía en el único equipo de fútbol del mundo que podía presumir de contar con un estadio por el que pasa un tren.
Hoy en día no solo sigue funcionando, sino que pasa cuatro veces al día por el estadio, por lo que es bastante común que el tren circule mientras se juega un partido. De hecho, prácticamente se ha convertido en una tradición y, por ello, en un reclamo turístico para los locos del fútbol que quieren ver un espectáculo único en el mundo. El club decidió respetar el trazado de las vías y, ahora, esta situación le ha permitido saltar a la fama mundial por una característica que lo distingue del resto de equipos del planeta. Ahora, aquella vía que llegó a tener 132 kilómetros solo tiene 17, pero los suficientes para convertirse en el gran distintivo del Ciernom Balogu.
Foto: Captura.