Kim Kardashian lució el pasado mayo en la Met Gala el icónico vestido de Marilyn Monroe . Sin embargo, este sufrió daños significativos” y “permanentes”, según ha denunciado un experto y coleccionista de objetos de la actriz. Scott Forner, afirma tener la mayor colección privada de archivos y artículos personales de Monroe. El coleccionista compartió en su sitio web y en redes sociales fotografías comparando el estado del vestido “antes y después” de que Kardashian se lo pusiera para asistir al exclusivo evento.
Su veredicto es que la pieza presenta daños “permanentes”, con varios desgarrones en la parte posterior, cristales que han desaparecido y otros que penden de un hilo.“¿Valió la pena? ”, pregunta Forner en su artículo al dueño del icónico vestido, propiedad de la franquicia estadounidense Ripley’s Believe It or Not! , que actualmente lo tiene expuesto en una de sus sedes en Los Ángeles.
Kim Kardashian y el vestido La compañía prestó el vestido a Kardashian para que lo luciera a su llegada a la Met Gala, donde fue una de las celebridades que más atención atrajo por su atuendo. Este vestido era el que Monroe lució cuando le cantó el “cumpleaños feliz” al entonces presidente estadounidense John F. Kennedy en 1962, apenas unos meses antes del fallecimiento de la actriz. Desde que la socialité fue encomendada para llevar la pieza, despertó polémica.
Para poder enfundarse en el vestido, Kim se sometió a una polémica dieta en la que perdió más de 7 kilos en 3 semanas. La celebridad de 41 apenas tuvo puesto el vestido durante unos minutos, a su llegada a la gala, pues luego se lo cambió por una réplica para proteger el original. Sin embargo, según Forner, ello no impidió que la pieza sufriera daños “significativos” a pesar de las repetidas garantías dadas por los propietarios.
El Consejo Internacional de Museos ya había subrayado que este tipo de “prendas históricas no deben ser vestidas por nadie”, pues aunque sean propiedad privada deben verse como un patrimonio a preservar “para las generaciones futuras”. No obstante, la influencer y empresaria aseguró que le tenía mucho respeto a la histórica pieza. “Soy extremadamente respetuosa con el vestido y lo que significa para la historia estadounidense”, dijo a Vogue antes de la fiesta. “Nunca querría sentarme en él o comer en él o correr el riesgo de dañarlo y no usaré el tipo de maquillaje corporal que suelo usar”.