Cuando llegas a una edad en la que te das cuenta que ya tienes los años suficientes para formar una familia, es inminente imaginar cómo serán tus hijos, siempre y cuando tengas una pareja con la que compartas esa ilusión. Las especulaciones inician con el nombre que pondrías a los pequeños, después intentas adivinar si se parecerán más al padre o a la madre, o también adviertes la personalidad que podrían tener.
Entre otras inquietudes que podrían surgirte respecto a los niños que puedes procrear, sin duda está la del color de sus ojos.
Tradicionalmente, los ojos del ser humano han sido considerados como "la ventana del alma" y es donde, teóricamente, puedes detectar las verdaderas intenciones de la gente. Sus características se definen mediante la forma y tamaño que ocupan en el rostro, y el color con el que se les identifica, cuyas variedades se limitan principalmente al marrón, verde y azul.
¿Te has preguntado alguna vez de qué color tendrán los ojos tus hijos?
Las probabilidades son casi infinitas, pero gracias a los simples cálculos establecidos por un estudio científico, podemos tener una referencia más clara para conocer si nuestros hijos heredarán el color de nuestros ojos o el de nuestra pareja.
El color de ojos más común, y el que es más fácil de heredar, es el color marrón. Si tu pareja y tú tienen los ojos de color marrón, entonces es muy posible que tus hijos tengan el mismo color de ojos.
No así cuando tú tienes los ojos verdes y tu pareja marrón. Ahí existe un 38% de posibilidades de que tu bebé tenga ojos verdes.
Si eres tú quien tiene los ojos marrones, y tu pareja tiene ojos del color del océano, entonces ahí las posibilidades son iguales.
También están en igual de condiciones si tú los tienes verde, y tu pareja azules.
Los ojos verdes son aparentemente los más difíciles de heredar. Si tú y tu pareja tienen ojos verdes, aún tienen posibilidades de que su bebé tenga ojos azules.
No así cuando ambos tienen ojos de piscina, ahí las posibilidades de que su bebé los tenga de otro color son prácticamente imposibles.
De todos modos, estas probabilidades no son nada más que eso. No siempre son exactas, y quizás tus cálculos te fallen cuando nazca tu hijo.