Liz Woodward es una camarera en un bar de Nueva Jersey. Como todos los días, llegó a su trabajo y comenzó a tomar pedidos y distribuir la comida para una multitud de clientes agolpados en el salón. De pronto llegó una dupla de bomberos, muy cansados, que venían de luchar contra un incendio en un galpón durante 12 horas.
Al final de la comida, al verlos tan cansados, decidió pagar la cuenta por ellos y dejarles una nota en la cual les agradecía por todo el trabajo que realizaban.
La nota decía:
“El desayuno de hoy va por mi cuenta. Gracias por todo lo que hacen, por ayudar a las personas y por correr hacia los lugares de los cuales todos están huyendo. No importa su rol, son valientes, bravos y fuertes… ¡Gracias por ser arrojados y fantásticos todos los días! Impulsados por el fuego y motivados por el coraje. Que ejemplo que son. ¡Descansen!”
Los bomberos se retiraron conmovidos y uno de ellos realizó un posteo en Facebook recomendando el restaurant y hablando del asunto, que pronto llegó a los 3500 likes.
Pero poco después se dieron cuenta que podían ayudar a Liz de una forma significativa.
El padre de Liz sufrió un aneurisma y quedó cuadrapléjico en 2010. Había sufrido un segundo ataque epiléptico y la familia se habían percatado que requería de una camioneta especial que salía 17000 dólares. Por ello habían establecido una cuenta solidaria a través de GoFundMe.
Los bomberos hicieron campaña para ayudar a la campaña de recaudación armada por Liz en GoFundMe. Fue tan exitosa que sobrepasaron los 70000 dólares en donaciones. Luego visitaron a la familia de Liz, quién dijo
“¡Sólo esperaba, como mucho, un agradecimiento, pero lo que han hecho por mí estos muchachos es un milagro!”
Una historia que nos muestra que un pequeño acto de bondad puede ser retribuido con un gesto aún mayor, inesperado, mágico, y que la solidaridad es el motor que mueve al mundo en ciertas ocasiones puntuales.